Ideación. La sociedad nos necesita

Phinx Lab
4 min readAug 12, 2020

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Existe una actividad que hacemos desde niños muy naturalmente pero que luego muchos vamos abandonando al ir creciendo. Sí, todos fuimos creativos de niños, la buena noticia es que podemos volver a serlo.

Tienes que aprender a tocar tu instrumento. Luego, practica, practica, practica. Y finalmente, cuando estés arriba del escenario, olvídate de todo eso y déjalo gemir. CHARLIE PARKER

Los músicos de jazz saben que tienen una larga carrera por delante antes de ser verdaderos intérpretes del género. Primero, deben aprender las estructuras melódicas, las técnicas de su instrumento, las relaciones en cada escala, tener un profundo conocimiento del estilo, y más. Deben llenar su cerebro de estos conocimientos para después sí poder saltar entre ellos de manera random, improvisando, mezclando, asociando, jugando, incluso quebrando algunas reglas, en cierta manera esa es la esencia del jazz.

Si consideramos que la creatividad es esa fuerza magnética que tiene el cerebro para unir conceptos diferentes que aparentemente nada tienen en común para generar uno nuevo, podemos entonces pensarnos como músicos de jazz que están recibiendo una excelente noticia: desde el día en que nacemos venimos cargando nuestro cerebro de estos conocimientos, ahora solo nos resta aprender a jugar con ellos.

Mientras vamos creciendo nos llenamos de experiencias que nos nutren y también nos condicionan. Generalmente la educación que recibimos enfatiza la idea de segmentar y encapsular los conocimientos, de manera que las mezclas de conceptos y significados, que naturalmente hacíamos de niño mientras jugábamos, las vamos dejando de lado para adoptar formas de pensamiento más “sólidas” para manejarnos en la vida con cierto nivel de éxito.

Esta forma de adquirir conocimiento no nos ayuda a pensar, sino que nos brinda una manera más bien reproductiva de evocar los conocimientos, cuando la creatividad invita siempre a prácticas productivas, actividad que se encuentra en la base del desarrollo de innovaciones.

Al nacer, cada neurona de la corteza tiene unas 2.500 sinapsis (comunicación entre neuronas) en un niño de tres años el número de sinapsis por neurona aumenta a 10.000. En un adulto, en cambio, el número desciende hasta la mitad. Esto sucede porque a medida que ganamos en experiencias y nuevas conductas, las conexiones sinápticas claves se fortalecen, mientras que las conexiones que dejamos de utilizar se van apagando para ahorrar energía.

Existe mucha literatura sobre el tema, incluso se han realizado experimentos para determinar que pensar como niños fomenta nuestra creatividad. Como decía Pablo Picasso “todo niño es un artista, y el problema es cómo permanecemos o cómo continuamos siendo artistas una vez que crecemos.”

Podemos recuperar nuestra creatividad perdida, pretendiendo ser chicos otra vez.

Además, la ciencia descubrió no hace mucho que el cerebro tiene la capacidad de expandirse, como si de un músculo se tratase. Esto se conoce como neuroplasticidad. Según estos hallazgos, la forma en la que usas tus pensamientos son determinantes para cambiar, incluso, la anatomía de tu cerebro, sin importar tu edad.
Desafiarte a pensar de otras maneras y hacer nuevas asociaciones, jugando, activará tu creatividad y estarás haciendo nuevas conexiones entre tus neuronas, “despertando” nuevos recursos. Pensar distinto te cambia, literalmente, el cerebro.

Si bien es imperioso que todos nosotros tengamos una actitud mucho más fitness de nuestro músculo creativo, existe un componente ineludible cuando hablamos de conocimiento y de innovación. Para entenderlo podríamos citar a nuestros amigos de la Gestalt y su postulado “El todo es más que la suma de las partes”.

La inteligencia colectiva prevalece sobre la inteligencia individual, esto es justo a lo que apuntan nuestros queridos brainstorming.

Las lluvias de ideas y ejercicios similares no solo están basados en estos conceptos, sino también se refuerzan con estímulos visuales: las salas llenas de post-its e ilustraciones pegadas en las paredes se convierte en una especie de cerebro compartido por todo un equipo. Tim Brown, dice en su libro Change by Design: “La visibilidad simultánea de todos estos materiales empleados en el proyecto nos ayuda a identificar patrones y alimenta la síntesis creativa, de modo que esta se produce mucho más deprisa”.

Desde la Bauhaus (1919) pasando por el diseño escandinavo y llegando el design thinking podemos ver estos métodos y tendencias a incluir a los usuarios finales junto con profesionales de distintas disciplinas para la resolución de problemas. La ideación, al ser plural, se enriquece de distintas miradas. Entonces teniendo en cuenta que no existen jerarquías y que en principio no hay ideas que se descartan, la lluvia de ideas es un gran motor del pensamiento lateral y generador de respuestas divergentes, las cuales nos ayudarán potencialmente a acercarnos a la innovación.

Seamos más responsables y fomentemos nuestro lado creativo, sin olvidar que somos seres relacionales, que nos necesitamos unos a otros, por lo que la colaboración y el trabajo en equipo son fundamentales.

Como sociedad podemos repensar el valor de la creatividad como un elemento primordial para nuestra evolución, y volver a activar esa facultad que poseemos, más aún, sabiendo que esta se nutre justamente del otro.

Autor: Eliseo Bisio

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